―El cliente ―dijo el decano―. El cliente. piense en él por sobre todas las cosas. Él es quien vivirá en la casa que usted construya. Su único propósito debe ser servirlo. Debe aspirar a darle una expresión artística apropiada a sus deseos. ¿No es esto todo lo que se puede decir al respecto?
―Bien, podría decir que aspiro a construir para mi cliente la casa más cómoda, la más lógica y la más hermosa que se pueda diseñar. Podría decir que debo intentar ofrecerle lo mejor que tenga y también enseñarle a reconocer lo mejor. Podría decírselo, pero no lo haré, porque no pienso construir para servir, ni ayudar a nadie. No pienso construir para tener clientes. Pienso tener clientes para construir.
EL MANANTIAL – Ayn Rand